Después del descubrimiento de América y al ver que se trataba de una tierra completamente nueva comenzó en tierras hispanas una carrera por la conquista. Todos los hombres de los reinos de Castilla y de Aragón deseaban enrolarse en la gran cantidad de expediciones hacia el Nuevo Mundo. La promesa de riquezas, tierras y gloria impulsaban el espíritu de hidalgos, nobles y ciudadanos. Carlos I de España y V de Alemania gobernaba lo que era ya un poderoso imperio pero buscaba ampliar sus posesiones y asegurar el control del Nuevo Mundo.
Carlos I de España y V de Alemania con su esposa Isabel
Uno de esos hombres en busca de fama y riquezas
era Hernán Cortés que ya había participado en la expedición de Diego de
Velázquez para conquistar Cuba. Velázquez, que había recibido el cargo de
gobernador, le confía el mando de su tercera expedición, que esta vez sería
hacia la península del Yucatán para continuar con los descubrimientos. Veláquez
no se fiaba del todo de Cortés, le parecía que tenía demasiada ambición y que
no dudaría en pasar por encima de él, por lo que Cortés recluta 600 hombres y
prepara su expedición a toda prisa y con la misma celeridad sale de Santiago de
Cuba, antes de que Velázquez pueda poner fin a su aventura sin ni siquiera
darle tiempo a empezarla.
Hernán Cortés
Así parte nuestro hombre el 18 de Noviembre de
1518 con 11 buques, 518 infantes, 16 jinetes, 32 ballesteros,13 arcabuceros que
parecen pocos pero sin embargo hacen mucho, 110 marineros y 200 negros
auxiliares. Se lleva también artillería, que en batalla su apoyo siempre
resulta agradecido, 10 cañones de bronce y 4 falconetes. El primero contacto
con nativos que hace al llegar ya no es muy afortunado, los nativos al ver
llegar la flota, se asustan y corren hacia los montes. Cuando por fin se
encuentran con ellos lo primero que hace Cortés es pedirles, no de manera muy
amable, que adopten el cristianismo y destruyan los altares a sus antiguos
dioses, cosa que como no hicieron los indios lo hicieron los hombres de Cortés.
Y así siguiendo la costa y amedrentando a los nativos y combatiendo contra
otros, Cortés se va asegurando de la fidelidad y lealtad de estos y afianzando
plazas. Cuando llega a la desembocadura del río Tabasco llegan a la ciudad de
Potonchan, Cortés solicita poder pasar a la ciudad a descansar, pero los
nativos solo les envían agua y algunos víveres por lo que Cortés ataca la
ciudad y la conquista. Después de la derrota los indios hacen ofrendas a Cortés
entre ellas 20 esclavas que son bautizadas y repartidas entre los hombres, una
de ellas sería llamada Marina y se convertiría en la más fiel consejera de
Cortés.
Cortés llega a México
Es en Potonchan donde tienen las primeras
noticias de un gran reino que tiene subyugadas a las demás naciones vecinas. La
flota se dirige entonces bordeando la costa nuevamente hacia el noroeste
buscando nuevos descubrimientos y conquistas. Un buen día divisan barcazas
mexicas, Cortés se reúne con los enviados que hablaban en nombre de su
emperador, Moztezuma, y les enseña las armas de fuego y los caballos, pero
siempre hablando de paz y entendimiento.
Hernán Cortés y Moztezuma se encuentran
Llega Cortés a la ciudad de Quiahuiztlán, antigua
ciudad totonaca, y funda cerca de ella Villa Rica de la Vera Cruz estableciendo
una base de operaciones fija. Comienza sus contactos con los totonacas cuya
capital se encontraba ahora en Cempoala y establece con ellos una alianza
militar. Comienzan aquí sus problemas con la disciplina de la tropa, que aunque
la mayoría le seguían ciegamente, parte eran partidarios de Diego Velázquez y
defendían que Cortés no tenía permiso para establecer colonia por lo que debían
poner fin a la expedición. Velázquez envía emisarios a Cortés dándole nuevas
ordenes que por supuesto ignora, y no solo eso, que si no además inutiliza sus
buques para evitar que sus hombres escapen o tengan contactos con la metrópoli.
Moztezuma es hecho prisionero
Cortés se dirige ahora hacia el interior, junto
con 2000 aliados totonacas, se encuentra con los tlaxcala, una confederación de
ciudades estado supeditadas al dictamen del imperio Mexica, que aún así de vez
en cuando les declaraba la guerra para capturar hombres para sus sacrificios
religiosos. El enfrentamiento con ellos es inevitable pero finalmente Cortés
resulta vencedor y los convierte en aliados, incorporando miles de indios
descontentos y resentidos con los mexicas a sus filas. La expedición se dirige
ahora hacía Tenochtitlan, capital de los mexicas, y consigue entrar en la
ciudad de manera pacifica, invitados por el mismo Moztezuma. Hubo una ceremonia
de recibimiento e intercambio de obsequios, Cortés intentó abrazar al emperador
pero se lo impidieron diciendo que era un ser sagrado. Se instala a los españoles
en un palacio e incluso piden permiso para hacerse una capillita en el templo
principal que Moztezuma deniega, así que la construyen en el mismo palacio en
el que se encontraban alojados. Pasan los días y todo parece tranquilo hasta
que los recaudadores de impuestos mexicas llegan a un pueblo totonaca, los
totonacas se niegan alegando que ya no son vasallos de los mexicas y solicitan
ayuda a la guarnición española lo que lleva a una escaramuza que deja 7
españoles muertos. Al enterarse de ello Cortés acusa a Moztezuma de ser un
hipócrita y le toma prisionero y exige que se le entregue al noble azteca
culpable de las muertes y para asegurarse de ellos cubren de cadenas al
emperador. Los mexicas al ver que conducen a su emperador prisionero exigen que
se expulse a los españoles de la ciudad.
Matanza del Templo Mayor
Mientras tanto Pánfilo de Narváez con órdenes de
cesar en el mando a Cortés se dirige a la costa. Cortés abandona la ciudad con
la intención de enfrentarle y deja al mando a Pedro de Alvarado con 80 hombres
para custodiar a Moztezuma. Alvarado era un hombre bastante violento y
sanguinario, bajo su mando todo se descontrola. Da permiso a la nobleza a para
celebrar una festividad en honor al Sol y aprovecha la situación para eliminar
a la clase dirigente asesinándolos a todos en lo que se llama la Matanza del
Templo Mayor. Esto enciende los ánimos aztecas y la rebelión comienza a tomar
forma. Cuando Cortés regresa la situación es insostenible y convence a
Moztezuma de salir al balcón a decir unas palabras, pero apenas había dirigido
unas palabras para intentar calmar al gentío, la población enfureció todavía
más pensando que su emperador se compinchaba con los españoles le lanzan
flechas y piedras hiriéndolo mortalmente. Cortés ve claro que la única solución
es buscar una oportunidad para huir de la ciudad. Cercados completamente y sin
comida aguantan semanas de combates contra los mexicas que habían escogido como
líder a Cuitláhuac.
Las tropas españolas y auxiliares txalcalas se enfrentan a los aztecas mientras huyen
La noche del 30 de Junio de 1520 parece que se
presenta la oportunidad, los españoles se cargan de todo lo que pueden, equipo,
los pocos víveres que les quedan y oro, demasiado oro. Salieron del templo en
silencio, andando ligeros y todo lo raudos que podían dirigiéndose a los
pontones que cruzaban los canales para salir de la ciudad. Llovía a mares, el
tintineo en las armaduras era constante y la carga que muchos llevaban
demasiado pesada, se remolcaba la artillería como se podía y las condiciones ya
eran duras de por si, para colmo una anciana azteca les ve huyendo y da la voz
de alarma, los tambores de guerra aztecas resuenan y en muy poco tiempo los
guerreros mexicas en canoas comienzan a hostigar los hispanos que cruzan los
pontones, los aliados tlaxcaltecas se llevan llevan la peor parte, de 1000
efectivos al acabar la noche apenas quedarán un centenar. Bajo la lluvia de
agua, y de flechas, con un hostigamiento constante se va progresando, la
retaguardia es presionada por guerreros aztecas que golpean a diestro y
siniestro, pero su objetivo, su estilo de combate e incluso sus armas no están
hechos para matar, que lo hacen, pero su objetivo es más oscuro, el objetivo es
conseguir prisioneros para sacrificar en ritos religiosos. Los soldados se
olvidan de todo, el objetivo es salvar la vida, combaten como pueden sin
esperanza ninguna, se pierde la artillería, gran parte del equipo y muchos
sueltan el oro, porque aquel que no lo hace muere, muere acribillado a
flechazos, muere ahogado bajo el peso de su propia avaricia mientras se hunde
lentamente en el canal, o muere al día siguiente postrado boca arriba en un
altar, y todo por no soltar el metal preciado. 600 españoles cae esa noche y en
los días sucesivos así como numerosos aliados indigenas, pero la huida no ha
hecho más que comenzar y Cortés con lagrimas en sus ojos comienza la retirada a
territorio Tlaxcala, pero lo peor aún está por llegar…
Hernán Cortés llora mientras la Malinche le consuela.
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