Una batalla en misión de Paz. Batalla de Nayaf.

El jueves 20 de Marzo de 2003 comenzaba la Segunda Guerra del Golfo. Estados Unidos sostenía que Irak poseía armas de destrucción masiva y que cooperaba con Al-Qaeda, hechos de los que nunca se encontraron pruebas, y considerando una amenaza para sus intereses y su seguridad nacional.
El Presidente norteamericano George W. Bush buscó aliados por todo el mundo para una intervención en Irak, y encontró al Primer Ministro británico Tony Blair y al Presidente español Jose María Aznar. El “Trío de las Azores”, como se les denominó, comenzaron una campaña en pro de una invasión de la que medio mundo desconfiaba y que nadie quería. A esta coalición se unieron Italia, Polonia, Dinamarca, Australia, Japón, Rumania, El Salvador, Ucrania, Holanda, Bulgaria y Georgia, más milicianos Peshmerga Kurdos. El peso de las operaciones lo llevarían Estados Unidos y Gran Bretaña.

Tony Blair, George W. Bush y José María Aznar en las azores.

El 20 de Marzo las fuerzas estadounidenses comienzan la Operación Libertad Duradera, que consiste en una serie de ataques relámpago con apoyo de aviación y misiles guiados. La invasión es un éxito total, las tropas irakies, desmoralizadas y mal equipadas poco pueden hacer contra la superioridad de fuego de la coalición que avanza desde el sur, los peshmerga hacían lo propio desde el norte. El 9 de Abril los primeros M1 Abrams entran en Bagdad. Con la invasión finalizada comienza el politiqueo propio de la guerra moderna, las resoluciones de la ONU permiten a la Coalición designar el gobierno provisional irakí, el país acaba dividido en tres partes en las que se deben colocar guarniciones. El país es cada vez más inestable, debido al pobre trabajo de los servicios de inteligencia de la coalición que aunque se presentaban como libertadores, el sentimiento del pueblo iraki era bien distinto. El ambiente era de calma tensa.


Invasión norteamericana de Irak

El contingente español llega el 9 de Abril y es desplegado en dos bases, una en Nayaf y otra en Diwaniya. Es la primera operación de guerra en la que participa España desde la “Guerrita”** (Sidi-Ifni 1957-1958). Las Operaciones en Los Balcanes eran bajo el amparo de la ONU y de la OTAN, esto en cambio era una guerra, aunque el gobierno español sostuviera que no era así. Aún así los mandos españoles perciben el ambiente del país y desde Enero de 2004 la tensión es palpable, por ello esperan que algo pase, y como la ley de Murphy en el mundo militar es también inevitable, acaba pasando.


Derribo de la estatua de Sadam Hussein.

El 21 de Febrero de 2004 el mando estadounidense planea una intervención para capturar a un clérigo Chii, Muqtada al-Sadr, piensan en la propia policía iraki, pero entre ellos había demasiados seguidores del clérigo, así pues se habla con los mandos españoles esperando que sean estos los que desarrollen la operación. El mando español se comunica con el Ministerio de Defensa, y como suele pasar cuando hay intereses políticos de por medio, la operación se deniega con la excusa de que puede haber bajas españolas. Los estadounidenses se disgustan profundamente con esta decisión y comienzan las operaciones a su estilo y manera peculiar, es decir, mucha potencia de fuego y poco cuidado. EL 2 de Abril capturan a Muqtada al-Sadr acusado de la muerte del Ayatolá Abdul Majeed al-Khoei, uno de los impulsores de los derechos humanos en Irak. La idea era cerrar y acabar con tribunales de la Ley Sharia o Islámica, pero solo consiguió generar disgusto entre la población local.


Muqtada al-Sadr el 16 de Mayo de 2016

El día 3 de Abril el lugarteniente de Al-Sadr es también detenido, es la gota que colma el vaso y la mañana del 4 de Abril la situación se descontrola en Nayaf. A las 11:50 am hora local, la policía irakí se dirige a controlar una de las crecientes manifestaciones, es recibida con fuego de armas ligeras. Lo cual ya pone en situación a las tropas de la coalición, comienzan las carreras, recoger equipo, comprobar munición y armamento, y prepararse para lo que esta por venir. Los policías irakies repliegan y se guarnecen en la base española “Al-Andalus” en la que se encuentra el Regimiento de Infantería Mecanizada Saboya. La situación se sale de madre, la base comienza a recibir fuego de fusilería y RPG, un tirador abate al Capitán norteamericano Matthew Eddy. Los españoles despliegan sus BMR con ametralladoras Browning de 12.70mm y a los tiradores del Mando de Operaciones Especiales (MOE) equipados con fusiles Barret también de 12.70mm con gran alcance y potencia de fuego. Los tiradores del MOE observan un panorama nada alentador, los rebeldes chiis usan a los civiles, hay mujeres y niños como escudo humano, y estos últimos hacen, en ocasiones, de porteadores llevando munción a los tiradores.


Marines norteamericanos y contratistas privados de Blackwater


En estas llega una llamada de socorro por parte de tropas salvadoreñas que volvían de instruir a tropas irakies se habían tenido que refugiar en una comisaría y sufrían ataque por parte de las tropas del ejército del Mahdi. Pero la base Al-Andalus tenía sus propios problemas. Los BMR no dan para todo lo que se les viene encima y para más inri las 12,70 van como quieren y se interrumpen con frecuencia. Para reforzar la entrada principal, atacada con todo lo que tienen los insurgentes, desde ak47 a morteros, se despliegan los VEC españoles, dotados de un cañón de 25 mm, que si es difícil encontrar algo que aguante los disparos de la 12,70 y cubrirse, encontrar una cubierta que resista un 25mm es ya tarea imposible. El despliegue de los VEC da algo de aire a la hostigada fuerza. Los tiradores del MOE abaten a 4 blancos, entre ellos el tirador que mató al capitán norteamericano. Los VEC destrozan todo lo que encuentran en sus sistemas ópticos, cuando un insurgente se esconde detrás de un muro desaparecen el muro y el insurgente, y ante tal derroche de potencia de fuego y el ataque generalizado las llamadas de asignación de fuego para los VEC parece que vayan a saturar la malla de radio.
A los americanos tampoco les va nada bien, y los contratistas de Blackwater también las están pasando canutas. Helicópteros de la empresa privada y del ejercito de los Estado Unidos acuden como apoyo. El ejército del Mahdi acaba desistiendo y se retira a la ciudad que controla por completo, es ahora con la situación un poco más calmada cuando se comienza a organizar un convoy para acudir al rescate de las tropas salvadoreñas atascadas en la ciudad, pero, sin esperar ordenes, un grupo de tropas de El Salvador y Honduras sale en su búsqueda. No llegan muy lejos y quedan copados, ante esto el Coronel español Alberto Asarta ordena al Alférez Guisado que salga con una sección de BMR a por ellos.


Tirador español con fusil Accuracy de 7,62mm


4 BMR salen de la base en dirección a la Comisaría, muchos de los insurgentes que la asedian no se esperan un ataque por la retaguardia y son barridos, pero en las azoteas aún quedan tiradores de RPG y fusilería a los que se obliga a agachar la cabeza con fuego de MG42. La sección del Alférez Guisado rompe el cerco y da un respiro a los salvadoreños que habían acudido a rescatar a sus compañeros, se coordina el resto de la operación con ellos. A marchas un poco más reducidas se llega a la comisaría y se saca en tres vehículos todoterreno y cubiertos por los BMR a 14 salvadoreños mientras el resto aguanta sus posiciones en el exterior, el convoy parte de nuevo hacia la base Al-Andalus y el Alférez Guisado da su palabra de volver a por los soldados restantes. Se deja a los heridos salvadoreños en la base Al-Andalus y el Alférez Guisado solicita permiso para reabastecerse y volver a la comisaría a cumplir con su palabra. La petición se oye en todas las radios y es una auténtica locura, ya no se cuenta con el factor sorpresa, aún así las ordenes del Coronel Asarta son claras, volver a la comisaría y sacarlos a todos de allí.


Tiradora española de Mg42


Los disparos de los tiradores insurgentes se intensifican, algunos tiran desde el hospital, F16 norteamericanos solicitan permiso para bombardear los puestos de tirador enemigo, pero el mando español considera que no es necesario y los hostiga mediante fuego de tiradores y ametralladoras. El Alférez Guisado sale en vanguardia del convoy, los milicianos no esperaban una nueva salida y vuelven a ser sorprendidos, son abatidos muchos de ellos, lo que da un respiro a los salvadoreños que siguen atascados en la ruta hacia la comisaría. Al llegar allí el procedimiento es el mismo que el anterior solo que esta vez todos los salvadoreños son evacuados, incluso montados en vehículos no blindados. El hostigamiento es constante y el último vehículo del convoy hace el recorrido de vuelta con la rampa abierta, recogiendo a las tropas salvadoreñas que aún cubrían la ruta. Pero en el último tramo los salvadoreños piden recoger la radio de uno de sus heridos en la ruta de extracción, así que el convoy se detiene, una vez recuperada continua la marcha. El convoy está desecho, los vehículo ligeros se han saltado el alto, quizás por los nervios, y han adelantado a los blindados españoles, aún con estas se entra en la base con 30 salvadoreños indemnes, 38 irakíes aliados y solo dos muertos. Es toda una hazaña.


Binomio español en posiciones de combate

La acción le vale al Alférez Jacinto Guisado, en 2014 ya capitán, la Cruz al Mérito militar con distintivo Rojo, así como al Coronel Asarta, y al Sargento Vergara por su brillante comportamiento en la defensa de la puerta principal con sus VEC. La batalla es casi desconocida en España, el secretismo impuesto por la administración, porque en teoría era una Misión de Paz, silenció estos hechos hasta hace relativamente poco, cuando Wikileaks filtró los documentos donde se reflejaba la auténtica crudeza de esta acción. Los hechos de armas españoles sirvieron para ganarse un renombre entre sus aliados, al final la retirada a la callada ordenada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero empañó y manchó el renombre que el ejército se había labrado con sus acciones.


VECs españoles con cañón de 25mm


**Aclaración: se le denomina “guerrita” a la guerra de Sidi-Ifni debido a la corta duración de esta, pero gran intensidad, y al silencio respecto a ella impuesto por el gobierno franquista, siendo hoy día una guerra semiolvidada y desconocida para el gran público.

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