El invierno de 1942 a 1943 fue uno de los más duros de la historia, especialmente en Rusia. Los combates de la Segunda Guerra Mundial asolaban el territorio soviético mientras España se lamía las heridas de una guerra fratricida que había servido, tanto a rusos como alemanes, a modo de ensayo del gran enfrentamiento que mantenían. En tierras iberas se repartían, no siempre de igual manera, miserias, hambre y dolor, un país roto en el que se asesinó sin piedad y vencedores y vencidos seguían buscando tener razón a base de ser quien más grita, en realidad quien más mata.



Alemania invade Polonia en 1939, un año más tarde Francia cae rápidamente con Holanda y Bélgica. Poco antes Noruega y Dinamarca habían sido subyugadas. El mundo, admirado y aterrado, observa la efectividad de la maquinaria de guerra nazi, que sin superioridad numérica ni superioridad material pero si con un aprovechamiento de recursos y unas tácticas basadas en la velocidad de movimiento y maniobra muy superiores a las de sus enemigos, logra unas aplastantes victorias. En algunos momentos ni el Alto Mando sabía donde estaban sus unidades como sucedía con la “División Fantasma” de Rommel durante el ataque a Francia. Mientras Italia se partía el hocico en los Balcanes y Grecia, y Japón hacía lo propio en Manchuria y el Pacífico. Las potencias del Eje parecían imparables, al menos dos de ellas.

Alemania busca el apoyo español, de lograrlo se podría tomar Gibraltar fácilmente y asegurar el control del Mediterráneo. Franco y Hitler se reúnen en Hendaya y solo quedan de acuerdo en no estar de acuerdo, Hitler ofrece pocos recursos y Franco pide demasiado, tanto en recursos como en ventajas después de la victoria.



En Junio de 1941 el Fuhrer ordena el comienzo de la Operación Barbarroja con los deberes a medio hacer tanto en Inglaterra como en el norte de África. En España el bando nacional celebra la guerra contra el comunismo, miles de personas se reúnen frente a la Secretaría General del Movimiento (Falange Española) y Serrano Suñer da un discurso exhortando a las masas donde grita el famoso “Rusia es culpable”. Rápidamente el régimen franquista se moviliza y al principio piensa en enviar a los alemanes una división regular del ejército español pero eso en la práctica equivale a declarar la guerra abiertamente a Rusia y entrar de lleno en el conflicto. Se busca entonces la solución pícara y se decide enviar una división de voluntarios con oficiales del ejército. Los centros de reclutamiento se llenan y las plazas disponibles se cubren rápidamente. Camisas viejas de la Falange, aventureros, idealistas, incluso gente con algún pariente encarcelado por motivos políticos o con necesidad de lavar su imagen se alistan en lo que se vende como la cruzada contra el comunismo.



El 3 de Julio se concentra a los voluntarios en los cuarteles y el día 13 parten hacia Alemania. 18.104 hombres al mando de Agustín Muñoz-Grandes marchan a la guerra. El día 17 llegan a la base de Grafenwöhr. Se incorpora la división al Ejército Alemán (Wehr) con el nombre de División 250 y se les da uniforme alemán con distintivo propio para la división, muchos falangistas se niegan a quitar su camisa azul por la camisa reglamentaria alemana, por lo que el nombre poco a poco cambia hacia Blau Division (División Azul). Se les instruye durante dos meses, en los cuales les da tiempo a coger fama de pendencieros e indisciplinados, lo cual exaspera a los mandos boches. Aún así se asombran de lo rápido que aprenden los soldados hispanos, que se adaptan a las armas y tácticas germanas con mucha facilidad.

Agustín Muñoz-Grandes siendo condecorado

Acabados los dos meses de formación juran lealtad a Hitler solo en la lucha contra Rusia y el comunismo. Se les incorpora al Grupo de Ejércitos Centro, su destino es Smolensko, la idea es que la división participe en el ataque a Moscú. Desgraciadamente para la tropa los trenes que deberían llevarles hasta allí, solo llegan hasta Suwalki en Polonia, los 900 km restantes se hacen andando. Después de haber recorrido gran parte del trayecto y quedando poco para llegar a su destino los rusos inician una contraofensiva en el frente de Leningrado, von Leeb solicita refuerzos y dado que la división 250 esta en movimiento y no se ha asentado es quien paga el pato y le toca seguir paseando hasta el frente norte. Se les agrupa ahora en el Grupo de Ejércitos Norte. Finalmente llegan el día 12 de Octubre a su destino, día de la fiesta nacional en España.



Durante año y medio de combates se ganan la aprobación y admiración de sus aliados alemanes, aguantando lo inaguantable y luchando en las peores condiciones, sacan las castañas del fuego varias veces a los germanos, les cuesta horrores ceder terreno, y cuando lo hacen es porque pocos quedan vivos. Llegan así tras varios remplazos, muchos muertos y medallas al valor al 10 de Febrero de 1943. No manda la división don Agustín Muñoz-Grandes, ha sido relevado por Emilio Esteban Infantes, los dos son grandes militares y la división continua con la efectividad española, esa que con todo en contra sigue funcionando sin saber muy bien como.

Emilio Esteban Infantes


Los rusos quieren romper el cerco de Leningrado y escogen el sector español como más débil para romperlo, piensan en una repetición de Stalingrado y toman a los aliados de los alemanes por más débiles que los germanos, pero a diferencia del frente sur en este sector no hay ni italianos ni rumanos y para nada están desmotivados. Tienen delante a 5.900 españoles con armamento ligero. Para reventar el sector los rusos preparan a 44.000 soldados apoyados por 100 carros de combate, 800 piezas de artillería de 187 mm, varias baterías del 203 y 104, lanzacohetes Katiusha (órganos de Stalin) y dos batallones de morteros pesados. Una vez más, un puñado de españoles contra un torrente de gente.



La idea rusa es presionar la línea férrea que hace de linea de frente con la 43 división y avanzar hacia Krasny Bor. Dos divisiones, la 63 y 45, debían aplastar al grueso de tropas españolas, y la 72 abrirse paso hacia las colinas de Pulkovo. Disponían de dos regimientos blindados para ayudar en la limpieza, más brigadas de esquiadores, de antitanques y de infantería motorizada. La aviación limpiaria y prepararia el terreno desde el aire.

A las 6:40 de la mañana un sector de 5 km se incendia cuando las piezas soviéticas abren fuego. Dos horas de preparación artillera donde las piezas disparaban cada diez segundos de media, llovía sobre mojado y a los españoles solo les quedó agachar la cabeza y esperar. Cuando parece que todo ha acabado aparece la aviación rusa y sigue machacando las posiciones. Cuando por fin se hace el silencio y sacan la cabeza de sus pozos los españoles se asombran, el terreno ha cambiado completamente, donde había nieve hay barro y donde había posiciones defensivas parece no haber nada, y lo más asombroso son los rusos, avanzan por tierra de nadie casi despreocupados, no esperan que quede nadie vivo entre los “ispansi” pero se llevan una desagradable sorpresa, no sólo hay supervivientes si no que además tienen ganas de juerga. Son recibidos por fuego de ametralladora y fusil, las MG34 barren a los rusos como briznas de paja, caen a cientos, los pocos morteros operativos hacen lo que pueden y en los cuarteles generales de ambos bandos todo es una locura. Si teóricamente nadie queda vivo, ¿quien lucha?. Los rusos se lanzan en cargas a la bayoneta y donde parece que los españoles tienen las de perder siguen venciendo. Con el termómetro a 25 grados bajo cero la lucha es terrible. Cuando los españoles se quedan sin municiones son ellos los que lanzan cargas suicidas a la bayoneta, los soviéticos no dan crédito, lo que parecía una victoria fácil es una auténtica locura. Tanques rusos saltan por los aires, nadie sabe como, pero en cada pozo, en cada cráter de obús hay un binomio “ispansi” con granadas de mano atadas entre sí y minas contracarro, luchan a la desesperada, se saben muertos. Un soldado que hace de enlace ve un carro haciendo fuego contra un nido de heridos y se lanza con una mina contra él volando ambos por los aires. El frente se difumina queda resistencia pero no se puede decir donde, allí donde quedan guripas es un reducto español. Cuando los rusos desbordan una posición se solicita fuego artillero sobre esta, aunque estén sus defensores vivos. A las 12:00 los rusos rompen el frente al fin, aun así dejan a sus espaldas gran cantidad de bolsas de resistencia, el frente retrocede, pero no se deja de combatir en ningún momento. Esteban Infantes solicita el apoyo se la 4 Division SS Volkspolizei pero están inmovilizados a la espera de un ataque en su sector y no pueden ayudar. Se notifica al alto mando ruso que se controla Krasny Bor en su mayoría, lo que se tenía que haber hecho en apenas quince minutos se había tardado tres horas, los jefes rusos sonríen, todo parece que se encarrila al fin, pero sólo lo parece. El ataque ha perdido impulso y todo se torna difícil, a pesar de que no hay línea defensiva española ya nada avanza, de hecho en algunos puntos hasta se retrocede. El capitán Huidobro da su último parte oficial, afirma que los rusos siguen atacando y que la moral de su compañía está alta, con dos bemoles añade en el parte un “Sin novedad”, poco después es herido mortalmente.



Los rusos se tiran de los pelos, hacia las 24:00 han avanzado tan solo 3 km, el sector meridional de Krasny Bor seguía en manos españolas y estos estaban clavados al terreno con uñas y dientes. No sólo los “ispansi” aguantaban si no que los muy locos contratacan cuando se abren nuevas brechas. La apisonadora rusa había pegado con una piedra inamovible y estaba parada. A los pocos españoles que habían cogido prisioneros se les preguntó cual era la nueva arma secreta nazi, los cuales no contestaban porque no había tal arma, los soviets no se creían que hubieran resistido sólo con fusiles, ametralladoras y explosivos. Los jefes ruskis están desquiciados y se echan las culpas entre ellos, sus tropas están desmotivadas y el ataque empantanado. No cejan en el empeño se lanzan asaltos, ganan terreno para perderlo con el contraataque español. Se estabiliza el frente y se cruza el río Ishora para atacar a los rusos, se recupera el pueblo de Staraya Myza durante la noche y se vuelve a perder en un contraataque ruso. El frente avanza y retrocede durante los siguientes días y finalmente el día 21 queda estabilizado. El último ataque se registra el 19 de marzo y cuesta 80 bajas españolas.



El mando soviético da orden de pasar a la defensiva, la Operación Estrella Polar ha fracasado estrepitosamente, no sólo no se ha roto el cerco a Leningrado sino que el coste es demasiado alto para apenas 3000 metros de terreno. Se cuentan 10000 bajas rusas por 2300 bajas españolas en 24 horas. Otras mil bajas más se incorporaron a las españolas los siguientes días. Los rusos capturan a 300 españoles. La operación se clasifica en los archivos rusos como operación menor y se oculta el descalabro. La BBC anuncia la aniquilación de la División Azul y el gobierno español pide explicaciones a Alemania. Se inicia la lucha propagandística, pero la verdad es que la división ha ganado un tiempo valiosísimo al ejército alemán, que puede acudir en su ayuda, y evita un cerco similar a Stalingrado, la batalla es en realidad una victoria táctica. Se conceden tres Laureadas de San Fernando y 20 medallas militares por parte de España. Alemania creó un condecoración específica para la unidad y repartió varias decenas de Cruces de Hierro.



Al final, como muchas veces, no resultó ser más que un puñado de españoles contra todo.

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